El Espinazo del Diablo, por Pepe

Spoilers

¡Qué maravilla, el fantasma de un niño que camina entre agua, burbujas de aire y partículas indefinidas que suben frente a él en una integración perfecta a su entorno, parece que camina dentro de una pecera sin cristales que contengan el agua! Es un efecto de gran maestría técnica y creativa. Por desgracia, lo lucen demasiado en la película y nos revelan al fantasma tan rápido como yo lo acabo de describir y eso resta efectividad a las emociones que nos puede crear. El espinazo del diablo es una vieja historia de fantasmas que no asusta.

Por desgracia nos han echado a perder la película mostrándonos al fantasma desde el inicio, es una pena que en la película los efectos especiales tengan un papel estelar pues deberían ser un apoyo. Sin embargo, uno de los aciertos de la película es desarrollar la historia del fantasma en el mundo de los niños, principalmente en el de estos huérfanos y abandonados, pues es el terreno más fértil para el desarrollo de las fantasías, alucinaciones, imaginaciones y percepción de energías que sí existen y les colgamos la etiqueta de fantasmas. Las conocidas historias de fantasmas nos hablan de que tuvo que pasar mucho tiempo para que el fantasma apareciera en el mundo de los vivos, es curioso que el fantasma de Santi (Junio Valverde) se materialice a tan poco tiempo de su muerte, porque a pesar de que no se dice cuando, se muestran escenas de su asesinato, donde Jaime (Íñigo Garcés) el niño rudo y líder del grupo fue testigo y cómplice silencioso del hecho.

El espinazo del diablo supuestamente representa el mal, aunque está tan indefinido como el mundo individual de niños y adultos, no hay referencias biográficas de nadie que son importantes para el mejor entendimiento de la problemática de la situación que viven. No hay justificación para los actos de nadie y hay hechos que son obligados, que son “sitios comunes”, como que Jacinto (Eduardo Noriega), el malo de la historia, sea amante de Carmen (Marisa Paredes) directora del orfanato Santa Lucía. Se crea una rivalidad lógica entre este joven y el profesor Casares (Federico Luppi) que siempre acaba en tragedia; ¿Qué pasa con una bomba que calló en el centro del patio sin estallar? Sólo nos recuerda que la historia transcurre durante la guerra civil española, nada más. Carlos (Fernando Tielve) es perseguido desde el inicio por el fantasma de Santi, la narrativa de la película es confusa pues no sabemos si el director Guillermo del Toro nos quiere asustar o no, como dije antes, se queda corto en el intento, igualmente superficiales son los conflictos entre los personajes y los secretos que guardan los muros del instituto. ¿Cuáles son? Yo no sé...

¿El asesinato de Santi? ¿El oro? ¿La bomba que no explotó? ¿La relación sexual del joven con la vieja? ¿El que apoyan a los Republicanos Españoles? ¿Un feto que tiene el espinazo a flor de piel – El espinazo del diablo? ¿Las viciadas relaciones de los adultos? ¿La venganza del fantasma? Esta venganza no es cruel y mucho menos inesperada. ¿Para qué seguir?

Hay lecciones en la vida que se aprenden muy bien, pero lo más importante es desarrollar un criterio para evaluar qué es lo que debemos aprender y de quién. Guillermo del Toro aprendió cosas muy buenas de Hollywood, como los efectos especiales, particularmente los de maquillaje; y como dice mi amigo José Luis, también aprendió lo malo: Historias predecibles que en el peor de los casos no es tan terrible, lo que sí, son los finales de sus películas porque o quedan en el aire o no sucede nada relevante que haga que salgamos de la sala satisfechos.

Es una película que tiene la virtud de crear una expectativa que nos invita a verla por su tema, para mí está entre mala y regular.

José Martín Sulaimán

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