Hombres X, por Pablo

Antes que nada, debo confesar que por algunos años fui rabioso aficionado del comic de los Hombres X; fue allá por principios de los noventas, cuando el escritor era aún Chris Claremont. Bajo su control, los Hombres X dejaron de ser una copia barata de los Vengadores y se convirtieron en una familia de personajes perfectamente definidos, con motivaciones reales, que pasaban su tiempo tanto resolviendo (o iniciando) conflictos internos o personales, como luchando contra villanos igualmente complejos y humanizados. En otras palabras, Chris Claremont (y hasta cierto punto John Byrne) intentó elevar los típicos argumentos del comic a un nivel mucho más emocional, donde la violencia tenía consecuencias reales y en el que se prestaba más atención al lado humano de los superhéroes.

Unos años más tarde, sin embargo, los directivos de Marvel decidieron que podrían incrementar sus utilidades si el contenido de los "libros X" (es decir, los 6 o 7 títulos existentes relacionados al universo mutante de los Hombres X) estuviera orientado con mayor fuerza al público infantil. Para lograrlo, decidieron despedir a Claremont reemplazándolo por cualquier escritor semi-famoso. El resultado fué que el nivel intelectual del comic se redujo a casi cero, y las ventas se fueron hasta el cielo. La posterior caricatura televisiva (muy exitosa, por cierto) acabó por destruir totalmente todo lo construido por Claremont. En menos de un año el alguna vez excelente comic se había convertido en un catálogo de juguetes y folleto promocional de la caricatura. Los miles de lectores que abandonamos ese título fuimos reemplazados por millones de nuevos lectores que se ajustaban más al perfil deseado por Marvel Comics.

Cuento todo esto para ilustrar un poco el contexto histórico con el que se enfrentó el director Bryan Singer al dirigir esta cinta. Su responsabilidad primaria era sin duda entregar una película entretenida, que le reportara buenas ganancias al estudio cinematográfico y que funcionara como el pilar de la franquicia futura de secuelas y mercancía adicional. Por otro lado, artísticamente debía hacer algo que resultara satisfactorio para el amplio e inmisericorde público aficionado a los comics, y que a la vez cumpliera con sus propios estrictos estándares de producción. Afortunadamente, Singer consigue el éxito en ambas empresas.

El argumento sigue la introducción de un nuevo miembro en las filas de los hombres X, un grupo organizado de humanos con mutaciones genéticas que se manifiestan en forma de talentos o características inusuales. Pero lejos de ser vistos como héroes, estas personas sufren de una persecución racial que los pondrá en conflicto con otra facción mucho más subversiva de mutantes y con poderes políticos que buscan beneficiarse con el enfrentamiento.

Luego de dirigir películas tan emocionales y precisas como "The Usual Suspects" y "Apt Pupil", era de esperarse que Singer no tomaría la ruta fácil de Joel Schumacher en la atroz "Batman Forever", amparándose sólo en los efectos especiales y en los disfraces para lograr la conexión con el mundo del comic. Lo que ha logrado Singer es por primera vez lograr el balance perfecto entre dicho mundo comic y la realidad cotidiana. Incluso las contadas cintas respetables de este subgénero, como "Superman" (de Richard Donner) y "Batman" (de Tim Burton) han tenido que redefinir la realidad para que al momento de ponerla junto al superhéroe no ocasione una discordancia que podría hundir la película. Creo que el modo en que Singer ha logrado esto se puede descomponer en dos factores: actuaciones y guión.

Luego de ver las mencionadas cintas previas de este director, es fácil adivinar que entre sus habilidades cuenta con una profunda conexión con sus actores. Las actuaciones en "Hombres X" son (en su mayoría) excelentes, aparentemente sencillas pero llenas de detalle. La expresión de emociones se da en forma natural, nunca forzada, y las motivaciones y reacciones de los personajes no se manifiestan como hechos arbitrarios, sino como parte de sus personalidades. En particular Ian McKellan resulta soberbio, aprovechando al máximo su físico para expresar la majestuosidad y experiencia que necesita para correctamente encarnar a su personaje. Hugh Jackman es perfecto como Wolverine y lo mismo puede decirse de Anna Paquin como Rogue. Y sin duda ningún otro actor hubiera hecho un mejor trabajo con el Prof. Charles F. Xavier que el mismísimo Capitán Picard, Patrick Stewart.

El guión parece simple, pero de algún modo se las ha arreglado para, en los escasos 100 minutos de la cinta, tocar todas las bases necesarias para introducir conceptos y personajes, y a la vez contar una buena historia. Todo está ligado, y cuando pasan las cosas, pasan como consecuencia natural de acciones previas, y no como hechos fortuitos cuya única función sea lucir los efectos especiales, como es tan común en el reciente cine de acción.

Sólo tengo dos quejas: el personaje de Storm, aparte de una horrible caracterización, dista mucho de su contraparte en el comic, aunque dada su minúscula participación en la cinta, este factor no daña en nada a la película.

La otra queja es la música. Michael Kamen ha compuesto música muy competente para algunas cintas, (Brazil y Die Hard, por ejemplo), pero esta vez, quizá por falta de tiempo, el producto que entrega es completamente plano y olvidable. No busco grandiosidad (como John Williams en "Superman") ni idiosincracia obscura (como Danny Elfman en "Batman"); sólo hubiera deseado que la música complementara en modo adecuado esta excelente cinta.

Muy recomendable para quien guste del cine de acción con un cierto fondo intelectual. Incluso podrán disfrutarla quienes no tengan conocimiento en absoluto sobre los comics o caricaturas, pero quienes lo tengan la disfrutarán en un nivel diferente. Fácilmente entre las cinco mejores películas realizadas basadas en un comic.

Calificación: 9

Pablo

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