Durante la larga y prolífica trayectoria de Woody Allen hemos presenciado su evolución estilística y temática; de comedia satírica a drama, de auto-parodia a auto-análisis; de neurosis a paranoia. Pero sea cual sea el argumento que maneje, es innegable que sus obras son siempre personales (a veces dolorosamente) e impecablemente actuadas. El que sean buenas o mediocres películas depende muchas veces del guión y de la verosimilitud de sus personajes.
Luego de la avalancha de cintas donde Allen aparentemente se autopsicoanaliza (etapa que creo viene desarrollándose por lo menos desde "Crimes & Misdemeanors", de 1989 y cuyo climax tal vez sea "Husbands & Wives, de 1992), el director ha elegido recientemente distraerse con breves estudios sobre lo que lo rodea y lo que le complace. Con el inusual musical "Everyone says I love you" rinde tributo al período de Hollywood en el que ese tipo de cine representaba la mayor parte de la producción fílmica. Sin ser un particularmente buen musical, funciona como afectuoso análisis de los vicios y virtudes de ese período.
"El Gran Amante" podría considerarse como la continuación temática de esa cinta; su estructura es semi-documental, y narra la biografía de un ficticio músico de jazz, quien es considerado por muchos como el mejor (o el segundo mejor) en su género. Pero la supuesta biografía no se preocupa por los datos específicos de la vida del personajes, sino por su carácter, emociones y motivación para vivir su vida del modo en que lo hace. Al igual que hizo en "Bullets Over Broadway", Allen usa las peripecias de su protagonista para analizar el origen y mecánica del impulso creativo. El guitarrista Emmet Ray parece estar impedido para existir normalmente en sociedad . Su comportamiento público y privado lo hubiera vuelto un paria social en otras circunstancias; pero su increíble talento musical lo vuelve tolerable y hasta popular. Supongo que de esto podría elaborarse un tratado sobre las similitudes del personaje con el mismo Allen y su vida; incluso podría encontrar paralelos entre la obsesión del guitarrista con su principal rival, con la obsesión de Allen por las obras y estilo de Ingmar Bergman, pero prefiero dejar eso para alguien a quien le importe.
Estos temas ya han sido explorados por Allen, particularmente en la mencionada "Bullets Over Broadway", en "Celebrity", "Deconstructing Harry" y "Stardust Memories". Una vez más las preguntas tácitas quedan en el aire: ¿Qué es más importante, el arte o la moralidad? ¿Quién debe tomar preponderancia, el artista o el hombre?. Supongo que cada quien tiene una respuesta propia. Allen no busca convencernos con su punto de vista. Vamos, ni siquiera lo expresa claramente. Sin embargo eso, lejos de perjudicar a la película, le da una dimensión adicional que complementa perfectamente esta íntima historia.
Como es natural, los actores que elige Allen son de primera línea (si no por fama, sí por talento). Sean Penn es uno de los mejores actores contemporáneos, y me da gusto que no haya hecho efectiva su amenaza de abandonar la actuación en favor de la escritura y dirección. Sus actuaciones son siempre excelentes... precisas y a la vez relajadas, imprimiendo el contexto necesario para enriquecer a su personaje sin caricaturizarlo o convertirlo en una mera exhibición egoísta de su talento. Samantha Morton como una de las parejas del guitarrista tiene un difícil papel, pero su expresivo rostro compensa por mucho la ausencia de parlamentos. Uma Thurman, como siempre, muestra una especie de fuerza interior que la hace robar todas las escenas en las que participa. Y no me refiero a su atractivo físico, sino al poder de su personalidad. La química que tiene con Penn es fantástica, incluso con lo corto de su papel. Y no puedo dejar de mencionar el pequeño cameo de John Waters, uno de mis directores favoritos, como un empresario más que despide a Emmet Ray. Su parte es totalmente innecesaria, pero conociendo la idiosincracia de Waters, eso hace su participación aún más preciosa.
La música es tan importante que se convierte en un personajes más. Además de las acostumbradas melodías de jazz que el director siempre utiliza, tenemos las sorprendentes interpretaciones que hace el personaje principal. Son particularmente buenas las escenas en que improvisa en la sala de la humilde casa de una familia de músicos. Y antes de que alguien vaya a una tienda a preguntar por las grabaciones del ficticio "Emmet Ray" debo aclarar que la guitarra fue "doblada" por la leyenda del jazz Howard Alden. Pero Penn ha logrado una convincente mímica que logra convencer que él está realmente tocando la guitarra.
En resumen, "El Gran Amante" es una película ligera que combina
el musical, la comedia y el romance en una estructura pseudo biográfica, dando
como resultado una agradable historia que analiza superficialmente los acostumbrados
temas de creatividad, moralidad y fidelidad que frecuentemente utiliza el
director. Las actuaciones son muy buenas, la música es excelente, pero no
hay nada que realmente distinga a esta cinta. Buen esfuerzo de Allen, pero
difícilmente entre sus mejores obras.
Calificación: 7