Antes que nada, quiero comentar que es una irresponsabilidad de la distribuidora
de esta película el no poner una advertencia contra exhibir esta cinta cerca
de cualquier fuego o fuentes de calor excesivo, pues es evidente por la pestilencia
que esta película emite es altamente inflamable. Sé que por lo general no
se permite fumar en los cines, por lo que esta advertencia podría parecer
innecesaria, pero no quiero descontar la posibilidad de que alguno de los
desafortunados miembros del público no resistan la extraordinaria mediocridad
de "Supernova" e intenten suicidarse por inmolación. Por un lado,
dejarán de sufrir, pero por otro, pueden molestar a los otros miembros de
la audiencia, que ya están bastante incómodos viendo esta increíble pieza
de abono fílmico.
"Supernova" es tal vez una de las peores cinco películas que he
visto en mi vida. No tiene un solo rasgo que la redima.
La historia es un refrito más del sub-sub-género "casa embrujada",
que dicta que se colocará un cierto número de personajes en un ambiente del
cual no pueden salir y luego se soltará una amenaza en dicho entorno. Idealmente
esto producirá suspenso y será una experiencia entretenida para los espectadores.
Sin ser la primera en hacer esto, la original "Alien" hizo lo mismo
y muchísimo mejor en 1978; "Supernova" de alguna manera consigue
con los mismos elementos, un resultado vomitivo. La casa embrujada en este
caso es la nave espacial "Nightingale 229", una especie de hospital
espacial gigante, que interrumpe su vaga misión para atender una llamada de
auxilio de una estación minera abandonada desde hace tiempo. Ahí recogen a
un personaje de dudosa honestidad que lleva a bordo una especie de lámpara
de lava espacial, la cual tiene poderes muy especiales. Desde luego, los personajes
empiezan a morir, junto con el interés del espectador. Sin embargo, cuando
la película parece haber tocado fondo, nos golpea en la cara con uno de los
peores finales en la historia del cine. Realmente execrable. Al lado de esta
conclusión, la de "Misión a Marte" parece brillante. Me estoy quedando
rápidamente sin adjetivos insultantes para esta película, por lo que tendré
que hacer de esta una crítica breve.
¿Por donde empezar?
Las actuaciones son terribles, lo cual es de esperarse en el caso de Robin
Tunney y Peter Facinelli, pero aún los razonablemente competentes Spader y
Basset no logran conseguir la menor credibilidad. Sus personajes son ridículos
y las circunstancias en que se encuentran son risibles, de modo que supongo
podría disculpárseles algo su mal desempeño.
La fotografía es espantosa; las supuestas escenas de acción (que se limitan
a mostrar a los personajes corriendo a través de la escenografía barata) resultan
incoherentes y aburridas como resultado de la ausencia total de tomas abiertas,
que nos den idea de la estructura interior de la nave. Todo se lleva a cabo
en tomas medias y cerradas, y como los personajes son, sin excepción, profundamente
estúpidos, el resultado es acabar deseando que mueran lo más rápido posible
para que acabe la película y podamos seguir con nuestra vida.
Si parezco demasiado estricto, lamento decir que incluso los productores de
la cinta estarían de acuerdo. Esta marca la primera ocasión en que el fantasmal
director "Alan Smithee" usa un pseudónimo... así es, "Thomas
Lee", el aparente director de la cinta es el pseudónimo de los tres (generalmente
talentosos) directores que trataron de salvar esta basura, pero como el estudio
(MGM, y aquí vemos por qué está eternamente al borde de la bancarrota) no
quería la mala fama de tener que usar el pseudónimo genérico de Smithee, usado
cuando el director prefiere permanecer en el anonimato, decidió crear uno
nuevo para disimular.
Aunque fué una experiencia atroz, por lo menos esta película me hizo pensar
que los efectos digitales que tanto me gustan se han convertido en un obstáculo
y no en un beneficio para el género fantástico. Ahora es muy simple generar
hermosas imágenes alrededor de un núcleo narrativo inexistente y venderlo
como ciencia ficción u horror. Aún recuerdo que en décadas pasadas era común
que los malos efectos especiales fueran una especie de medalla de honor para
el cine y televisión de ciencia ficción. Su mediocridad enfatizaba el hecho
de que el propósito era transmitir ideas, no vender imágenes bonitas, pero
vacías. Desde luego tenemos excepciones a esto, pero por cada "Matrix"
o "Gattaca", que elevan el nombre del género, tenemos decenas de
películas como "Wing Commander" o "Virus" que creen que
por tener efectos especiales de primera línea tendrán el mismo respeto que
sus ancestros, quienes se las arreglaban con modelos a escala, látex y buenos
guiones para ganarse el entusiasmo del público.
"Supernova" es una película deprimente. No es "tan mala que
es buena", tampoco. Es, sencillamente, atroz. Recomendada para masoquistas
irredentos y para objetos inanimados.
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