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Siempre me ha resultado curioso el hecho de que el actor más exitoso del mundo sea un semi-desconocido en el occidente; me refiero por supuesto al genial Jackie Chan, quien, por la extensión de su obra y número de seguidores, puede considerarse el actor fílmico más grande de nuestros tiempos. Claro que esa avasalladora fama se da principalmente al otro lado del mundo; en nuestro hemisferio es poco conocido y hasta menospreciado por considerarse su arte exclusivo para el público poco exigente.
Si es así, me cuento orgullosamente entre los miembros de este estrato, pues encuentro sus películas realmente brillantes. Por supuesto, no me refiero al argumento, o al estilo visual y narrativo. Las cintas de Jackie Chan por lo general siguen un camino bien definido, sin tener pretenciones de "cinema" o de arte elevado; su meta es la fusión de la comedia y las artes marciales, lo cual logran de manera extraordinaria. En ocasiones se le ha llamado a Chan "el nuevo Buster Keaton" y aunque parecería una etiqueta fácil (y tal vez exagerada), es más precisa de lo que se puede suponer.
Al igual que Keaton, la meta de Jackie Chan es elevar la comedia física a un nivel previamente inimaginado; sus películas son cien por ciento humorísticas, aún cuando en ocasiones el guión que tenuemente une las escenas de acción sea policiaco o dramático. Las situaciones no son siempre creíbles, lógicas, o siquiera coherentes, pero no importa mientras cumplan con su función de proveer excusas para lograr que la destreza física y el instinto humorístico de Chan y su cuadrilla de acróbatas quede en primer plano.
Jackie Chan se ha ganado el rubro de superestrella en virtud de su prolífica carrera en Hong Kong como actor, artista marcial, escritor, director, coreógrafo y doble, todo al mismo tiempo. En años recientes, debido a su edad y a las diferentes características del proceso cinematográfico norteamericano, su labor ha sido limitada. De igual modo, el fracaso en taquilla de "Rumble in the Bronx" y "First Strike" (cintas con las que incursionó en el mercado americano), provocó que se le hiciera pareja con Chris Tucker en "Rush Hour"; el resultado fué un éxito. La presión no estaba totalmente sobre Chan para mantener la atención durante toda la cinta, y al mismo tiempo existía un elemento humorístico tradicional más fácilmente asimilable por el público norteamericano.
Y, si algo sabe hacer Hollywood, es repetir fórmulas, por lo que ahora nos llega "Shanghai Kid" (posiblemente la mejor "traducción" en la historia... ¡sencillamente reemplazaron una palabra en inglés por otra!), la cual toma la dinámica probada de "la pareja dispareja", la mezcla con un poco de "pez fuera del agua" y la adereza con moderadas dosis de acrobacia y artes marciales. La historia sigue a un grupo de guardias imperiales chinos que llegan a los Estados Unidos a fines del siglo diecinueve para rescatar a una princesa. Una vez ahí se separan, debido a un asalto al tren donde viajan, y el personaje de Jackie Chan (con un buen chiste recurrente sobre su nombre) decide continuar solo con la búsqueda. Eventualmente, por razones ambiguas, se le une una especie de vaquero new age, muy bien interpretado por Owen Wilson. Al principio se odian, pero... ¿se harán amigos? No lo revelaré. Jamás.
Al igual que en Rush Hour, la comedia es tan entretenida
como la acción, por lo que el público que puede disfrutar de esta cinta no
queda reducido a los fanáticos de las patadas. "Shanghai Kid" es
una comedia ligera, divertida, con buenas actuaciones (dentro de lo posible),
con unos agujeros enormes en el guión y con una resolución totalmente arbitraria
y carente de sentido. Aún así, es bastante recomendable para quien busque
un refrescante cambio de las comedias escatológicas juveniles de tiempos recientes.
Calificación: 8
