Me cuesta un poco de trabajo ver esta película libre de prejuicio,
pues durante más de quince años fui fanático obsesivo
de Stephen King. Hablo en pasado porque ahora en mi vejez mi gusto ha aparentemente
cambiado, o tal vez fue King quien cambió. Lo que nunca ha cambiado,
y la razón por la que muchas de las películas basadas en sus
obras fallan, es que sus argumentos nunca son originales, o al menos imaginativos.
Su fuerza siempre ha sido su extraordinaria capacidad de contar historias
y no de inventarlas. La diferencia es sutil pero significativa. King podría
escribir un ensayo sobre su desayuno de hoy y sería una lectura fascinante.
Pero pedirle una historia imaginativa, exhuberantemente original... para eso
mejor hablarle a Clive Barker.
Obviamente el director Frank Darabont entiende esto a la pefección,
sobre todo considerando que esta es su tercera adaptación de King,
y nos entrega una película fascinante, con gran atención al
detalle, con excelentes actuaciones, pero un poco corta en lo que a originalidad
se refiere.
No por esto es mala, claro. La película narra la relación cambiante
entre un guardia del ala de condenados a muerte y uno de sus prisioneros.
El guardia es, por supuesto, Tom Hanks, en una actuación buena, como
de costumbre, pero que se acerca peligrosamente al terreno falso y lacrimoso
de su colega Robin Williams. Hanks es un gran actor, capaz de expresar emoción
honesta sin pasar la línea de la cursilería donde Williams vive
confortablemente, pero si no escoge con cuidado sus papeles futuros, podría
entrar a la espiral de auto-parodia que siempre culmina en el encasillamiento
fatal (si es que no ha ya pasado esto).
Sin embargo, la actuación clave de la película, sobre la que
se balancea su credibilidad, es la que le corresponde a Michael Duncan, como
el prisionero en cuestión. Dicha actuación es sorprendentemente
eficaz, pero el personaje mismo es un cliché más, lo que la
disminuye un poco dentro del todo.
Pero independientemente de actuaciones y falta de originalidad, la dirección
es sobresaliente; el ritmo pausado, pero nunca aburrido, permite a los personajes
desarrollarse con naturalidad y mostrar signos reales de humanidad. Excepto,
por desgracia, en el caso del obligado "villano" de la historia.
Nunca se siente como un personaje real, sino como una herramienta del guión
para avanzar la historia cuando hace falta.
Visualmente la cinta es muy atractiva. La mayor parte se lleva a cabo en unos
cuantos interiores, y al durar más de tres horas hubiera resultado
intolerablemente claustrofóbica si el director de fotografía
no hubiera tenido el talento de "vestir" los escenarios con texturas
y atmósfera tan agradables y distintivas.
Finalmente, para hacer una crítica corta de una película larga,
este es el tipo de película donde las partes individuales son mejores
que el conjunto, aunque esto no quiere decir que sea mala. Es bastante buena,
pero las actuaciones y atmósfera sólo compensan el predecible
guión hasta cierto punto. Vale la pena verse (y creo que muchos lo
harán luego de la reciente nominación a mejor película),
y se disfrutará más si se bajan las expectativas de originalidad.
Esta es una historia antigua contada de forma nueva con gran atención
al detalle y a las emociones que pretende provocar.
Calificación: 8
1999
188 Minutos. Clasificación B.
Dirigida por Frank Darabont.
Escrita por Frank Darabont, basado en la novela de Stephen King.
Elenco:
Tom Hanks .... Paul Edgecomb
Michael Duncan .... John Coffey
David Morse .... Brutus "Brutal" Howell
Bonnie Hunt .... Jan Edgecomb
James Cromwell .... Alcaide Hal Moores
Michael Jeter .... Eduard Delacroix
Graham Greene .... Arlen Bitterbuck
Doug Hutchison .... Percy Wetmore
Sam Rockwell .... William "Wild Bill" Wharton
Patricia Clarkson .... Melinda Moores
Harry Dean Stanton .... Toot-Toot