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Parecería que Johnny Depp está tratando de competir con Nicholas Cage y Christopher Walken sobre quien acepta los papeles más bizarros en Hollywood. Depp es un excelente actor y creo que ha escogido esta ruta para sobreponerse al síndrome de "estrella" (que ahora acosa a Brad Pitt y a Leonardo DiCaprio, ambos extraordinarios actores encasillados en el papel de "estrellitas"). Gracias a eso lo hemos visto asociarse con directores cuyo trabajo también se encuentra un poco afuera de la corriente de moda en Hollywood. Y uno de los directores que con más precisión encarnan esta categoría es sin duda Terry Gilliam, en quien veo a un artista único. Desde sus extrañas animaciones en "Monty Phyton Flying Circus" ha demostrado un sentido del humor que, curiosamente, no se basa en el concepto tradicional de "humor", sino en conciliar lo bizarro con lo cotidiano. Elaborando sobre ese proceso, sus películas son por lo general interpretaciones muy personales de géneros establecidos. "Jabberwocky" y "Time Bandits" le dan giros a la clásica fantasía arturiana, y "Brazil" y "12 Monkeys" logran innovar en el cansado subgénero del futuro distópico tan socorrido por la ciencia ficción contemporánea. Y repentinamente, de la nada, nos llega la obra más reciente de este director en la forma de un experimento fílmico que podrá gustar o no, pero que es innegablemente producto de un artista que busca siempre alejarse del camino más transitado, incursionando sin temor en el terreno que mejor se ajuste a su visión, sin importar si tiene "viabilidad comercial" o no.
Era imposible que "Fear and Loathing in Las Vegas" tuviera éxito financiero; su actitud misma consiste en repeler o por lo menos desconcertar al espectador.
La "historia", si es que así puede llamarse, sigue el viaje (literal y figuradamente) de un reportero y su abogado que visitan Las Vegas para llevar la crónica de una carrera motociclística a través del desierto; posteriormente, el reportero se quedará en Las Vegas para cubrir una convención de "sheriffs" luchando contra el tráfico y consumo de drogas en sus respectivos pueblos.
Estos eventos, sin embargo, son de importancia muy secundaria pues ambos personajes se encuentran en un frenesí de abuso de drogas y alcohol tan violento que hace que todo pase a segundo plano. Todos los eventos que los rodean son vistos difusamente por su alterada conciencia, y la mayor parte del diálogo en la película se da en forma de narración, por medio de la cual "oímos" los pensamientos del reportero en su intoxicante recorrido.
El resultado es que la película, más que seguir una historia coherente, se descompone en una variedad de viñetas donde vemos y oímos la torcida percepción que los personajes tienen de ciertos eventos. Una visita a un casino (ya bastante surrealista estando sobrio) se convierte en un pasaje sacado del mismo infierno de Dante. Los períodos de relativa sobriedad están plagados de alucinaciones y fantasías paranoicas.
Este es el tipo de película que puede generar en el espectador una de dos respuestas: repulsión absoluta ante el aparente rechazo por toda moralidad convencional, o aceptación total de la idea de que la percepción que tengamos de las cosas es completamente subjetiva y por lo tanto, válida para todas las personas.
Johnny Depp y Benicio del Toro tienen la casi imposible tarea de actuar en escenas que no obedecen a lógica alguna, y que los transforma de héroes a villanos varias veces y sin previo aviso. Los múltiples cameos de reconocidos actores y actrices podrían parecer caprichos del director, pero de hecho, en el torbellino de imágenes y narración sirven como puntos de apoyo; salvavidas temporales para devolvernos la perspectiva de las acciones que hemos presenciado. Cuando Cameron Díaz reacciona como una persona normal ante las gracejadas de los drogadictos, nos damos cuenta de que el humor no siempre funciona igual bajo diferentes circunstancias. Cuando Christina Ricci se ve involuntariamente envuelta con los dos protagonistas, es penosamente evidente que por muy "cool" que parezca ese estilo de vida, tiene consecuencias irreparables sobre gente que no tiene nada que ver con ello.
No puedo decir realmente que "Fear and Loathing in Las Vegas" sea una buena película. Lo que sí puedo decir es que se trata de un valiente experimento fílmico que barre con nuestras nociones de narrativa y moralidad y trata de reemplazarlas con una escala diferente. Quien esté dispuesto a aceptar esto, no se arrepentirá de haberla visto, guste o no; quien no acepte el reto, mejor vea "Trainspotting" para una versión más sanitizada de este estilo de vida.

Calificación: 6

Pablo

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Fear and Loathing in Las Vegas

1998
118 Minutos. Clasificación C.

Dirigida por Terry Gilliam.
Escrita por Terry Gilliam, Tony Grisoni, Tod Davis y Alex Cox, basados en la novela de Hunter S. Thompson.

Elenco:
Johnny Depp .... Raoul Duke
Benicio Del Toro .... Dr. Gonzo