Como se narra al principio de esta película, el propósito original de "Fantasía"
era el de servir como muestrario del talento artístico de los animadores de
la compañía productora de Walt Disney; el formato, como se sabe, consiste
en representar visualmente pasajes o pieza musicales que podrían considerarse
clásicas. Esta segunda iteración del experimento amplía sus horizontes musicales
al incluir algo más popular, como la Rapsodia en Azul, de George Gershwin.
En el aspecto visual, también innova con varios estilos de animación, notablemente
el digital.
Los segmentos son en general buenos. El extraordinario talento de los animadores
y directores de arte es innegable; donde falla un poco la película es en la
falta de espontaneidad que en ocasiones se nota.
Tan sólo en una o dos instancias (particularmente en el impresionante segmento
final "El Pájaro de Fuego") se percibe el espíritu independiente
del artista expresando sus emociones por medio de las herramientas del oficio.
La mayor parte del tiempo se vuelve palpable la manipulación mercadológica
de conceptos alguna vez puros y sinceros. El caso más lamentable es en el
segmento "Pinos de Roma" que nos deleita con asombrosas imágenes
(y conceptos) de ballenas azules voladoras. Sin embargo, los ojos antropomórficos
de dichas ballenas se ven agregados a fuerza, tal vez en un esfuerzo de darles
más personalidad y expresar mejor las emociones de los animales. Aparte de
innecesario, me parece que esto es un insulto a la sensibilidad de los animadores,
y creo que traiciona violentamente la intención original del proyecto, tal
como lo concibió Walt Disney, quien era ciertamente más hombre de negocios
que artista, pero que aún así respetaba un poco más la visión de la talentosa
gente que tuvo la visión de contratar.
Este mismo estigma, en menor medida tal vez, mancha el resto de los segmentos.
El que mejor librado sale (aparte de "El Pájaro de Fuego") es "El
Aprendiz de Brujo", que ciertamente por arte de magia conserva su obscuro
subtexto, tal vez en virtud de que es tan venerado que nadie se atrevió a
alterarlo para adecuarlo a las sensibilidades contemporáneas.
Otro punto en contra de la cinta es la presencia de anfitriones humanos que
presentan los segmentos con cortos diálogos humorísticos. También es completamente
innecesario y me parece que su única razón de ser es tranquilizar a los ejecutivos
que consideraron que una película muda podría alienar al público consumidor
de cajitas felices de McDonalds. Los únicos anfitriones que agregan algo a
la película son Penn & Teller, quienes con su subversiva actitud restauran
un poco de la credibilidad artística que los mercadólogos se encargaron de
destruir. Pero aún así, no eran necesarios.
Visualmente la cinta es sin duda una joya. Espero que en algún momento del
futuro veamos una versión más, donde se les ceda el control y se nos permita
disfrutar del producto cien por ciento puro de estos artistas que, a pesar
de la mala fama de la empresa para la que trabajan, merecen un foro para asombrarnos
con su inadulterado talento.
Calificación: 8