Francamente no creo poder agregar nada a lo ya escrito sobre este clásico del cine de horror... "El Exorcista" es la vara con la que se miden las películas de este género desde hace casi treinta años, y no pretendo iluminar al lector sobre algún arcano aspecto de esta potente obra. Tan sólo puedo escribir sobre mi asombro al descubrir que tras tantos años la edad no ha diluido el impacto que esta cinta produce. Posiblemente sea por el clínico tono... tal vez porque el fondo religioso sigue y seguirá vigente mientras la religión organizada se mantenga popular. El caso es que se trata de excelente cine que se recomienda para todos aquellos que gusten de emociones fuertes y sólida narrativa.
En vez de echar más rollo analítico, prefiero editorializar un poco sobre lo que ver de nuevo "El Exorcista" me hizo pensar.
Desgraciadamente, películas de la talla de "El Exorcista" (por ejemplo, "Videodrome" y "Dawn of the Dead") son una especie ya extinta. A menos que haya un cambio fundamental en el criterio de los productores cinematográficos, no veremos más películas de horror con contenido intelectual tan potente como las imágenes que arrojan... tal vez la última gran cinta de este género fué "La Mosca", en su versión de 1986, dirigida por David Cronemberg. En esa época todavía se permitía que los directores cargaran sus obras de significado. Ahora basta con copiar el éxito del mes pasado, meter el mayor número de canciones de moda y agregar una cantidad de sangre que medianamente satisfaga, pero que no limite la entrada a los adolescentes, quienes siguen siendo el principal mercado de este tipo de cine. Ha desaparecido todo mensaje, toda alegoría, todo aquello que hace que una película de horror sea una obra de arte en vez de un mero ejercicio en sádico voyeurismo.
Cuando George Romero mostró la equivalencia entre los zombies y los consumidores en "Dawn of the Dead", abrió los ojos de los espectadores atrapados en el estilo de vida que el capitalismo occidental nos impone (¡afortunadamente!); cuando David Cronemberg dió un curso relámpago de semiótica bañada en sangre y vísceras en "Videodrome", el cerebro de la audiencia dió tantos saltos como su estómago. Cuando Wes Craven deshechó toda traza de hipócrita decencia o moralidad en "Last House on the Left", su visión de la venganza perturbó la blanda conciencia colectiva de una generación negada de personalidad bajo el trillado "peace and love" impuesto por los medios de comunicación.
En estos días estamos en presencia de una industria fílmica que recompensa la repetición, el cinismo y el conformismo, y que castiga la originalidad, la integridad y la intención de educar. Y aunque me molesta aceptarlo, aunque estoy en desacuerdo con esa política no tengo soluciones viables ni intención de buscarlas. Alguna vez una persona me comentó que si uno se sale de la película antes de que pase media hora, tiene derecho a reclamar su dinero (supongo que este oculto estatuto variará de país a país), de modo que si la gente se rehusa a tolerar la basura que nos endilgan y decide abandonar las salas en masa, el mensaje llegará donde más duele... en la cartera de los estudios. Tal vez esta sea una buena solución, pero ciertamente no estoy dispuesto a implementarla, por lo que no puedo pedir a alguien más que lo haga. Así que no queda más que sentarse y callarse. Y comprar palomitas.
Pero no quiero terminar esto con una nota amarga. Como siempre, las cosas
tienen su lado amable. El éxito de "The Blair Witch Project", el programa
televisivo "Buffy, The Vampire Slayer", el redescubrimiento masivo de la trilogía
de "Evil Dead" y el excelente rumor que traen "Ginger Snaps" y "Battle Royale"
muestran que hay una facción dedicada a rescatar el género, y es fácil (o
tal vez inocente) suponer que en unos años las cosas mejoren. Tal vez estamos
tocando fondo y de aquí en adelante el cine fantástico mejorará. Si necesito
prueba, basta contemplar el éxito comercial de esta reedición de "El Exorcista".
Como Hollywood sólo entiende de números, espero que esto baste para mandar
un mensaje apropiado.
Calificación: 10
Imagen © 1973 Warner Bros.
Warner Bros.
2000 (Versión original: 1973)
132 minutos
Dirigida por William Friedkin
Escrita por William Peter Blatty, basado en su libro
Elenco:
Ellen Burstyn .... Chris MacNeil
Jason Miller .... Padre Damien Karras
Linda Blair .... Regan MacNeil
Max von Sydow .... Padre Merrin
Lee J. Cobb .... Teniente Kinderman
Kitty Winn .... Sharon Spencer
Jack MacGowran .... Burke Dennings
Rev. William O'Malley .... Padre Dyer
Barton Heyman .... Dr. Klein