Hace algunos días escribí sobre "Free Enterprise", la cual hace
homenaje a Star Trek; esta vez comentaré sobre "Detroit Rock City",
que podría considerarse un homenaje a los fanáticos del grupo de rock Kiss;
lo único que hace falta ahora es una película que enaltezca a los videojuegos
clásicos para completar la trilogía de obsesiones que dominaron mi niñez y
juventud, y que en virtud de mi padecimiento de inmadurez crónica, siguen
formando parte importante de esta extraña experiencia que, según me dicen,
se llama "edad adulta".
Al igual que con "Free Enterprise", debo confesar que me es difícil
ser objetivo respecto a "Detroit Rock City", ya que yo sufrí (o
gocé) de primera mano muchas de las experiencias que en ella se narran. Para
rematar y atacar aún con más precisión al grupo objetivo, la acción se desarrolla
en los setentas, concretamente 1978, cuando Kiss estaba en el pináculo de
la fama, de modo que el valor agregado de la nostalgia permea cada fibra de
la cinta. La banda sonora, desde luego, es un muestrario de éxitos de esa
década (no sólo de Kiss; buen detalle), y también funciona como una especie
de coro griego musical, que enfatiza (hasta el punto de lo redundante) lo
que vemos en pantalla. Cuando se lleva a cabo un escape de un internado católico
oímos "Jailbreak", de Thin Lizzy; cuando hay alguna escena en la
escuela, se escucha "School Days" de The Runaways... en primera
instancia esto puede sonar un poco pesado (perdonando el chiste) y falto de
imaginación, pero el tono amable y travieso de la película inspira a perdonar
las indulgencias del director y aceptar todo como parte de la diversión.
La película relata las peripecias de cuatro amigos, todos acérrimos fanáticos
de Kiss, en su intento por ir a un concierto del mencionado grupo, para el
que ya tenían boletos, pero que perdieron por causa de la madre de uno de
los muchachos. La madre, desde luego, es un personaje que caricaturiza totalmente
el cliché del fanático religioso que piensa que KISS quiere decir "Knights
in Satan's Service". De hecho, ahora que lo pienso, realmente todos los
personajes son caricaturas de los clichés de la época: los padres ex-hippies,
los "discolines", los "rockers", los revendedores de boletos,
los "roadies", las niñas fresa... todos tienen su lugar en este
ágil guión, que sin pretender otra cosa que divertirnos a costa de nuestros
recuerdos, logra un tono muy amable que compensa la ocasionalmente vulgar
comedia.
Los actores están tan bien caracterizados que en esta película no se requiere
de actuación; las apariencias (el pelo largo, los pantalones acampanados,
los peinados "por capas", la omnipresente mezclilla), son suficientes
para congraciarnos con los personajes. De entre el grupo, el que mejor queda
es Edward Furlong, aquel niño descubierto en un centro comercial que debutara
en "Terminator 2". Su participación en esta película, así como en
"Pecker", de John Waters, me hace pensar que ha desarrollado talento
real, y que tendrá un buen futuro cuando se extingan las llamaradas de petate
de sus colegas "caritas", como Freddie Prinze Jr. o James Van Der
Beek. Otra agradable adición al elenco es Shannon Tweed, la reina del "thriller
erótico". Esta ocasión marca, si no me equivoco, su primer papel en una
película destinada para cines, y no directamente a video. Su participación
es corta, pero simpática. Aunque suene a sarcasmo, Tweed es legítimamente
una buena actriz, y espero que este sea el primero de muchos roles futuros
que exploren esta casi desconocida cara de la ex-conejita de Playboy.
El director Adam Rifkin ha logrado con esta película una buena adición al
subgénero de la comedia juvenil, haciendo uso de un avispado guión y de un
estilo visual muy dinámico, aunque no totalmente original. Y debo agradecerle
por no incluir en la cinta un baile de graduación, como se ha vuelto aparentemente
reglamentario en este tipo de cine.
"Detroit Rock City" será particularmente apreciada por fans de Kiss,
y por los nostálgicos treintañeros que aún recordamos con cariño al poderoso
"Stretch Armstrong".
Calificación: 7