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Creo que la última vez que las películas sobre porristas tuvieron tanto auge como ahora fue en los setentas, donde las famosas cintas de explotación de American International (y otras productoras) aprovecharon la obsesión que gran parte de su público (es decir, hombres adolescentes) tenían por estas agrupaciones femeniles.

Ahora, casi treinta años después, resurge el género, y aunque la explotación y significado sexual siguen presentes, la contemporización por las porristas se ha transformado en una nueva valía como objeto de análisis, ya sea honesto (como en la excelente "Bring It On") o como parodia sarcástica (como en "Sugar & Spice").

"But I'm a Cheerleader" no cae propiamente en ninguno de estos esquemas. En vez de eso, aprovecha los contrastes sociales característicos de las porristas (simultáneamente objetos anti-feministas y deportistas feministas-"girl power") para enfatizar su auténtico mensaje: la tolerancia por estilos de vida diferentes a los convencionales.

Al principio de "But I'm a Cheerleader" vemos a Megan Williams, popular porrista, hija modelo, pero con una sensibilidad ligeramente distinta a la de los demás. Un buen día, sus amigas y familia se reunen para llevar a cabo una intervención, y convencer a Megan de que algo anda mal con ella... apenas se atreven a susurrar que tal vez sea... "lesbiana". Entonces, sin mayor contemplación la mandan a una especie de centro de rehabilitación para homosexuales llamado "El Camino Correcto". Ahí, Mary Brown la dueña y principal terapista, atiende a una docena de jóvenes, hombres y mujeres, que fueron llevados por sus padres para corregir su defecto e integrarlos de nuevo a la sociedad normal. La terapia incluye la repetición de labores que tradicionalmente se asignan a los particulares sexos. Así, las muchachas trabajan día tras día en la cocina, haciendo platillos, lavando trastes y trapeando, mientras que los hombres se aplican a jugar football americano y otros deportes. Cuando anotan un touchdown, brincan regocijados, riendo alocadamente...mmh. Tal vez la terapia no está funcionando del todo.

En este surreal lugar, Megan conoce a Graham, una rebelde muchacha perteneciente a una adinerada familia. Ella es una lesbiana declarada, y sólo permanece en el centro de rehabilitación por el temor de perder su cuantiosa herencia. Casi de inmediato las dos incomprendidas muchachas se enamoran, y contra los esfuerzos de la terapia, sus padres y a espaldas de todos, inician una romántica relación que les hará darse cuenta de muchas cosas sobre sí mismas, sus familias y el mundo en general.

El propósito de la cinta es transmitir un trillado, pero válido, mensaje de tolerancia. Y para lograrlo ha echado mano de una plástica visual muy parecida al estilo propio de Tim Burton, es decir, una especie de impresionismo modernizado, en el que el diseño de producción es abstracto, alejado de la realidad y muy colorido, pero siempre apoyando la extraña atmósfera que el director pretende utilizar como marco para que las acciones, igualmente extrañas, de sus personajes embonen perfectamente e integren una sólida y divertida narrativa.

Los actores son excelentes, aunque en ocasiones tienden a exagerar un poco, sin duda motivados por el surreal ambiente. Aún así destacan Natasha Lyonne como la protagonista y Clea DuVall como su enamorada. La siempre entretenida Cathy Moriarty imparte de igual manera realismo y caricatura a la dueña del centro de rehabilitación. Wesley Mann y Richard Moll tienen un pequeño pero enormemente divertido papel de activistas "ex-ex-gay" que se oponen a lo que hacen en "El Camino Correcto", y tratan de combatirlo a su manera. Pero el que se roba todas las escenas es el notorio travesti RuPaul Charles (sin vestido ni maquillaje) como el entrenador de deportes y chaperón de los muchachos. Su personaje se describe como un ex-gay, pero las miradas que lanza al jardinero parecen sugerir una situación diferente.

"But I'm a Cheerleader" es una muy divertida película que se preocupa por enviar un mensaje adornado con un excelente estilo visual y gran musicalización, y aunque en ocasiones predique con demasiada vehemencia, su ligereza se ocupa de evitar el solemne tono de cintas de tema similar (como "Philadelphia"). Funciona muy bien como comedia romántica y como manifiesto de un estilo de vida alternativo. Recomendada para quien no se asuste con el controversial tema.

Calificación: 8

Pablo

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But I'm a Cheerleader
(But I'm a Cheerleader)


Imagen © 1999 Lion's Gate Films

Lion's Gate Films
1999
85 minutos

Dirigida por Jamie Babbit
Escrita por Jamie Babbit y Brian Wayne

Elenco:
Natasha Lyonne .... Megan Williams
Clea DuVall .... Graham Eaton
Cathy Moriarty .... Mary J. Brown
RuPaul Charles .... Mike
Melanie Lynskey .... Hilary Vandermuller
Wesley Mann .... Lloyd Morgan-Gordon
Richard Moll .... Larry Morgan-Gordon
Dante Basco .... Dolph
Eddie Cibrian .... Rock Brown
Mink Stole .... Nancy Williams