Segunda Guerra Mundial: la Humanidad vive el mayor error de su Historia, la peor batalla acaecida entre sus dos caras; para las generaciones posteriores es el paradigma de la lucha entre la libertad y la esclavitud, entre la comprensión y el odio, entre "el Bien" y "el Mal". Décadas más tarde la Humanidad da un salto en su evolución, un paso titánico en otra lucha amarga en la que siempre se ha debatido aparte de la que libra consigo misma: aquella que la enfrenta a la tiranía de una naturaleza que limita sus capacidades. El Hombre debería sentirse feliz. Pero en este gran paso de nuestra evolución la humanidad se lleva consigo sus dos caras, la buena y la mala. La lucha continúa.
En un futuro próximo, Nueva York, Asamblea de las Naciones Unidas: los políticos se hacen eco del temor (y rechazo) generalizado de la sociedad hacia los nuevos seres nacidos de este nuevo paso evolutivo, los mutantes. Lo desconocido, nuevamente, no es aceptado. Y entre los mutantes dos bandos, las dos caras: aquellos que comprenden el temor que despiertan, aceptan su especial condición y se esfuerzan por integrarse en el mundo (los X-Men, con el profesor Xavier a la cabeza) y aquellos que, mezcla de recelo y soberbia, adoptan directamente una actitud beligerante como dueños de un nuevo futuro que supuestamente les pertenece (Magneto y su banda).
La buena mano de Bryan Singer logra que esta historia de fondo trascienda el tebeo que resta al espectador hasta el final de la película, con un desarrollo puro y duro de acción totalmente carente de cualquier atisbo de originalidad. A su favor, sin embargo, dos pilares básicos: los personajes no son de cartón-piedra, sino que tienen auténticas motivaciones (muy meritorio el trabajo de Singer en este aspecto, sobre todo en lo que a Magneto atañe, con esos estupendos primeros minutos de la película en el campo de concentración nazi); los efectos especiales resultan tan sorprendentes como naturales (y esto último es lo más destacable, porque ante los ojos del espectador fluye un carrusel continuo de poderes sobrenaturales y peleas fantásticas que, lejos de parecer increíbles y cantar más postizas que el látex sobre la piel de los actores, uno casi esperaría que fueran incluso más espectaculares, y es que pocas veces tantos y tan buenos efectos especiales se han visto en pantalla más bien integrados con el desarrollo de la historia). Como decíamos, las motivaciones de los personajes están fuertemente plasmadas. A través básicamente de Magneto, Pícara y Lobezno cada personaje se hace acreedor de una dura e increíble historia personal que motiva y razona la naturaleza de sus actos. Tanto es así que hablar de la posible historia de cada uno de ellos daría para largo, lo cual dice mucho en favor de cómo han sido recreados en pantalla. Todo ello conlleva que comprendamos tanto las motivaciones de los "buenos" como de los "malos". Un aplauso por ello Singer, pero triste decepción, porque todo esto se queda apenas en el planteamiento. Adivinamos la intención, pero X-Men, en su afán de complacer a todos (quienes esperan una espectacular película de acción y quienes prefieren una película de mayor profundidad), termina por dejarnos a medias a unos y a otros. La película es sencillamente aburrida, lo cual es lo peor que se puede decir de un film cuya principal meta es el entretenimiento, como es el caso. ¿Que la pretensión es realizar más capítulos que continúen a esta "primera parte de X-Men"? me trae sin cuidado, no me vale si estos "primeros X-Men" no son capaces de hacerse tan siquiera valedores de una mínima expectación por lo que en pantalla acontezca con cada uno de ellos.
Y es una pena en unos personajes para los que se ha dibujado un pasado y unas motivaciones, cuyos actos además podrían ser una auténtica sorpresa tras otra debido a su excepcional condición de seres con poderes especiales. En el tema de los personajes, sólo añadir una cuestión más. A ver, tenemos a los mutantes buenos, a los mutantes malos y al senador Kelly como convidado de piedra en representación de la humanidad ("mala", porque su papel es el de político intransigente cuya voluntad es encerrar a todos los mutantes). Me ha faltado un personaje: un humano que defienda a los mutantes, que conviva con ellos y entienda su postura y dificultades, que les apoye en su lucha, que dé en definitiva razón con su presencia a los X-Men en su defensa de la Humanidad (porque se nos ha mostrado explícitamente y comprendemos el origen de la desconfianza y el desprecio de Magneto hacia los hombres, pero no las razones del profesor Xavier para confiar, pues en toda la película no hay el menor contacto positivo entre mutantes y humanos, sino todo lo contrario).
Para terminar, y volviendo a temas más prácticos, alabar las notas de humor que salpican el desarrollo de la película -casi todas gracias a Lobezno- y acusar la molesta y pesada música de Michael Kamen. En resumidas cuentas: una película que a priori no prometía más que puro entretenimiento pero que comienza su metraje con la sorpresa de deparar algo más, sólo para luego abandonarnos con la miel en los labios a lo mismo de siempre.
Título: X-MEN
País: USA.
Dirección: Bryan Singer.
Año: 2000.
Duración: 104 min.
Intérpretes: Hugh Jackman (Lobezno), Patrick Stewart
(profesor Xavier), Ian McKellen (Magneto), Famke Janssen (Jean Grey), Halle
Berry (Tormenta), Tyler Mane (Dientes de Sable), Ray Park (Sapo), Rebecca
Romijn-Stamos (Mística), Anna Paquin (Pícara), Bruce Davison (senador Kelly)
Guión: David Hayter, sobre la historia escrita por Tom DeSanto y Bryan Singer
basándose en los personajes de cómic creados por Stan Lee y Jack Kirby.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Diseño de producción: John Myhre.
Montaje: Steven Rosenblum, Kevin Smith y John Wright.
Música: Michael Kamen.
Vestuario: Helena Sanchís.
Maquillaje: Gordon Smith.