Crítica por Joaquín R. Fernández
Torrente 2. Misión en Marbella es una película que no combina acertadamente los dos elementos primordiales en cualquier producción cinematográfica: entretenimiento y guión. Puede que de lo primero uno no se pueda quejar (al menos pasas el rato, que a fin de cuentas es lo que se busca al entrar en una sala de cine), pero con respecto a lo segundo sí caben algunos remilgos, ya que al Segura guionista para nada le interesa crear una historia coherente, sino una sucesión de gags y secuencias de acción que construyan este tebeo de eficaz factura.
De ahí que los simpáticos protagonistas deambulen de un sitio para otro, sin saber muy bien por qué, algo que también les sucede a los personajes secundarios. El único que parece tenerlo claro es el gamberro del realizador, que los está utilizando para desperdigar sus chistecillos por todo el metraje, dosificando en todo momento su aparición para que el espectador vaya de sorpresa en sorpresa. El problema que genera todo esto está en que al final se echa de menos una presencia más significativa de algunos de los "hijos" de Segura, como el alcalde (espléndido Juanito Navarro) o el malo de turno, Spinelli (interpretado por un correcto y autoparódico José Luis Moreno; ¡bravo por su sentido del humor!). Éste es una especie de Número Uno de SPECTRA empeñado en destruir Marbella (no sabemos muy bien por qué, pero, como decía, es algo que no parece importarle mucho a Segura). Lástima que Torrente no dé el tipo como James Bond (es demasiado patoso y sinvergüenza como para serlo). Por su parte, Tony Leblanc da vida a un personaje con el que no puede lucirse tanto como en la primera entrega, pero su presencia siempre es agradable y es de agradecer que Santiago Segura lo haya rescatado del olvido (algo que, de paso, seguro que le ha ayudado en su vida personal).
Por tanto, Torrente 2. Misión en Marbella es un producto hecho para divertir, para entretener de la forma más simple posible, sin que ello quiera decir que no existan algunas ironías inteligentes que causen más carcajadas silenciosas que sonoras. Resumiendo, me quedaría con algunos momentos de la película que son tremendamente divertidos: los títulos de crédito a lo 007 y con una canción estilo Raphael (el cantante no quiso participar en la cinta; allá él); las escenas en el consulado; Torrente y sus amigos jugándose el tipo en el hotel; y el final, con el protagonista haciendo su particular «show» con el mono Luis Alberto.
Lo dicho, un filme que se olvida en cuanto se ve, pero bastante mejor que algunas anodinas producciones estadounidenses que tanto dinero recaudan en nuestro país (eso sí, esperemos que fuera de España no se crean esta imagen tan exageradamente tópica que el director da del españolito medio). Ah, y otra cosa para los envidiosos: los «freaks» de Santiago Segura y sus amiguetes no molestan tanto, no merece la pena ponerlo a parir a causa de su éxito. A estas alturas creo que no cabe la menor duda de que Roque Baños ha renovado completamente el artrítico mundo de la música de cine española. Basándose en los patrones de Hollywood, Baños crea estupendas piezas para las secuencias de acción y sabe burlarse de las escenas más "dramáticas" de Torrente 2. Misión en Marbella. En fin, la música a lo James Bond del tráiler me encanta.
© 2001 Joaquín R. Fernández