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Crítica por Daniel G. Frías
"He cruzado todos los océanos de este mundo para saber que no puedo vivir sin ti..." Del profundo mar en calma emerge 'Son de mar', una película para recordar y soñar con ella. Sin lugar a dudas al cineasta catalán Bigas Luna le ha salido una de las películas más literarias de toda su filmografía por dos cosas: primero, porque el guión de la película escrito por Rafael Azcona está basado en la novela 'Son de mar' del genial pintor con palabras que es Manuel Vicent; y segundo, porque en su argumento destaca de forma notable el profundo amor a los clásicos, a la literatura épica.
Luna y Vicent permanecen unidos por sus comunes raíces mediterráneas, y es por ello que el protagonista principal, presente en casi todos los planos como telón de fondo, es un mar que adopta múltiples formas: rugiente, sosegado, de un azul intenso, dorado por el anaranjado atardecer... El Mediterráneo ha sido testigo de amores, batallas, desengaños y momentos de prosperidad desde tiempos inmemorables, y ahora, de la pasión de dos jóvenes.
'Son de mar' es la historia de una pasión irrefrenable, la de un joven profesor destinado en la costera ciudad de Circea y la chica del pueblo que queda fascinada por las historias que le narra ese particular náufrago llamado Ulises Adsuara que encarna Jordi Mollà. Leonor Watling, que pone cuerpo y alma al personaje de Martina, no sólo se contenta con enamorar a este profesor de literatura clásica, sino que con su belleza natural es capaz de tener atado de pies y manos a un adinerado constructor de la zona llamado Alberto Sierra, el actor Eduard Fernández.
Toda la sensualidad del Mediterráneo y el encanto de las tierras levantinas se ponen al servicio de Bigas Luna y su equipo con el fin de crear en estos escenarios la historia de uno de los triángulos amorosos más intensos y atractivos del cine español -sin olvidar al trío de 'La buena estrella' , de Ricardo Franco-. Pero por encima del amor, de las pasiones eternas, 'Son de mar' es un canto a la belleza natural, ya sea la del mar o la de los cuerpos desnudos.
Bigas Luna lo echa todo a suertes en una apuesta acertada en la que Leonor Watling, que llena de manera sobrenatural la pantalla, enamora a dos hombres, el romántico personaje de Mollá y el idealista de Fernández. Martina evoluciona drásticamente durante el metraje de la cinta y logra hacer suya la frase que le dice Ulises, consiguiendo el agarrarse al presente y no pensar en el día de mañana. Martina, la chica que entiende la vida a través de los sentidos, es partícipe de la pasión pura: da igual que ella tenga otra vida, que pasen siete años... Ella cuando ve a Ulises se siente viva. Y Ulises es un viajero, que tras vagar por el mundo, vuelve al lugar donde un día encontró a la mujer de sus sueños clásicos.
© 2001 Daniel G. Frías
Imagen © 2001