Crítica por Joaquín R. Fernández
Siendo un ferviente admirador de Jackie Chan, y sabiendo que la mayoría de sus películas no son precisamente obras de arte, no me produce dolor alguno reconocer que lo único que me interesa de sus filmes son las fascinantes cabriolas y coreografías que es capaz de sacarse de la manga este carismático actor chino. Tan sólo una de sus producciones, 'Gángster por un Pequeño Milagro', me resultó un tanto decente, aunque no era de extrañar teniendo en cuenta que estaba basada en una película de Frank Capra y que contaba con un fastuoso diseño de producción.
'Hora Punta 2', previsible producción "hollywoodiense" que se apunta al carro de la mediocridad, es mejor que su antecedente; aunque su manida trama no invite a que nos interesemos por la película, lo cierto es que los artífices del invento han conseguido ambientar el asunto con unos toques orientales que la vuelven muy vistosa. Los malos de turno, por ejemplo, destilan en su mirada y en sus poses un carisma que no poseen otros actores occidentales (en concreto, Ziyi Zhang, a quien hace poco vimos en Tigre y Dragón, está estupenda). Por contra, el patético Chris Tucker sigue siendo insoportable, de ahí que resulte todo un acierto mitigar su presencia con otros intérpretes mucho más contenidos que él. De hecho, una de las secuencias más sólidas de Hora Punta 2 se produce cuando las dos protagonistas femeninas (Hu Li e Isabella) están juntas en un automóvil y el espectador presencia con interés la rivalidad que existe entre ellas. Por supuesto, también merecen ser destacadas las secuencias de acción, que discurren con brevedad por el metraje, pues apenas son tres: la escalada de Jackie Chan por las cañas de bambú que rodean a un edificio de Hong Kong, la pelea en la sala de masajes y la parte final, donde hay un encadenado de combates y situaciones rocambolescas. Por supuesto, uno vuelve a asombrarse de la pericia de Chan y su equipo, capaces de utilizar cualquier objeto como elemento de ataque o de defensa, produciendo así bailes de puños y patadas que deleitan al espectador.
Lástima que los guionistas prefieran dar más peso al señor Tucker, que habla y habla sin parar, sin conseguir que nos riamos con sus parrafadas (encima él se ha llevado una mayor parte del presupuesto, cuando yo creo que el público lo que va a ver son las acrobacias de Jackie Chan). Al final, cuando se suceden los títulos de crédito en la pantalla con las consabidas tomas falsas, uno se queda un tanto perplejo al comprobar que le producen más gracia las equivocaciones de Tucker que sus "gracietas". Que se den cuenta los guionistas, pues, de que algo falla, y los productores que aprendan de una vez por todas que las magníficas exhibiciones de Jackie Chan no pueden sustentar toda una película.
Por último, sólo quería alabar el trabajo de Lalo Schifrin, que, aunque escasamente original, acompaña muy bien a la acción con sus músicas, de marcado estilo oriental. Tiene piezas muy suaves mientras hablan los personajes, y otras mucho más contundentes, como la estupenda música que escuchamos cuando surgen los títulos de crédito, en los que vemos el contraste de la descomunal ciudad de Hong Kong, que sin embargo conserva a su vez el encanto de las tradiciones chinas.
© 2001 Joaquín R. Fernández
Imagen © 2001