Crítica por Javier M. Tarín
Es cada vez más difícil ir al cine y encontrar películas que no se encuentren dentro del discurso cinematográfico dominante, definido por la aceptación del modelo de representación del cine norteamericano como el más eficaz para contar historias en la pantalla. Y no es que no haya realizadores que ofrezcan alternativas formales de narración audiovisual, sino que estos tienen cada vez más dificultades para la distribución de sus películas. Y aún así, ésas quedan restringidas al público que visita las salas de versión original. Los mercaderes del cine tiene preparados sus argumentos neoliberales: es el mercado, el público, el que ha decidido que esto sea así.
Esta afirmación, sin embargo, no es del todo cierta. El público se ha acostumbrado a ese modelo narrativo que ofrece una estructura clara, asequible, legible con una clausura o final feliz. La televisión -o más bien la manera en que se hace televisión- tiene mucho que ver en ese proceso de estandarización de esa manera de narración fílmica. El resultado es el rechazo o incomprensión del público hacia otras propuestas, descartadas por razones de orden económico fundamentalmente, ya que lo que interesa a los productores son aquellos proyectos que puedan llegar a los sectores más amplios de población. Las productoras norteamericanas, modelo de referencia, dan forma a sus películas en función de cuidados estudios de mercado. Se impone, así, la sensibilidad media y la repetición de lo indiscutible.
Pau i el seu germà es una excepción al modelo dominante y su director, Marc Recha, un francotirador que se mueve por los territorios de los márgenes cinematográficos. Su cine está al margen, no porque se pretenda marginal sino porque la estandarización del lenguaje cinematográfico ha tenido como consecuencia el rechazo por parte del público de cualquier alternativa formal que pretenda relatar historias de forma diferente a lo que la pantalla dominante permite. La propuesta tiene como punto de partida el propio rodaje. El filme está rodado en orden cronológico, algo nada habitual en el cine, que por cuestiones de producción/económicas, suele organizar los rodajes de la manera más rentable. Se rehuye asimismo de recursos cinematográficos habituales como la iluminación artificial, el maquillaje o las grúas en aras de dotar de textura a las imágenes sin caer en la manipulación cinematográfica.
Desde el arranque la intención es clara: un cine que no es fácil de ver pero que pretende captar con autenticidad momentos claves de la existencia humana como son la pérdida y la ausencia. Recha se detiene para ello, y con gran minuciosidad, en filmar la incineración de Álex. Con esta secuencia hace visible un momento que nuestra sociedad se empeña en hacer desaparecer: la muerte. Pero es sobre todo el viaje hacia Pirineos, al pequeño pueblo en que vivió Álex tras dejar Barcelona, en el que el silencio y la cámara al hombro mostrando el paisaje y los rostros, indican cual es la apuesta formal de Recha. Viaje iniciático para los personajes y también para los espectadores.
El filme se estructura en tres partes: Barcelona - Pirineos - Barcelona, pero más allá de este marco espacial, las secuencias no tienen esa organización propia del modelo dominante. La ausencia de palabra y un montaje -o su ausencia- que huye de lo convencional dan espesor documental a la cinta, que en algunos casos, puede adolecer de cierta dispersión. Pero los aciertos superan los defectos: frente al ruido ensordecedor de las grandes producciones, el silencio de unos personajes marcados por la pérdida de Álex.
Pau i el seu germà es un cine interesante porque la riqueza de sus imágenes invita al espectador a plantearse preguntas sobre la existencia y sobre la sociedad en la que vive. En el interior del filme planean cuestiones como la familia, el campo y la ciudad, la muerte, la fragmentación social... No se responde de manera unidireccional por medio de una clausura de las distintas líneas dramáticas, que quedan en suspenso al final del filme, sino que es el espectador el encargado de sacar conclusiones. En definitiva, un cine formalmente distinto y moralmente necesario.
© 2001 Javier M. Tarín
Imagen © 2001
Dirección: Marc Recha.
Paises: España / Francia.
Año: 2001.
Duración: 110 min.
Interpretación: David Selvas (Pau), Nathalie Boutefeu
(Marta), Marieta Orozco (Sara), Luis Hostalot (Emili), Alicia Orozco (Mercè),
Juan Márquez (Toni), David Recha (Álex).
Guión: Marc Recha, con la colaboración de Joaquín Jordá.
Producción ejecutiva: Antonio Chavarrías.
Música: Geronacion, Xavier Turull, Fred Vilmar, Toni Xuclá y El Gitano.
Fotografía: Hélène Louvart.
Montaje: Ernest Blasi.
Dirección de producción: Pasqual Otal.