Crítica por Joaquín R. Fernández
No hay que ser un experto en números o un sabio adalid de las artes para percatarse de que Sandra Bullock ha atravesado un preocupante bache que ha mermado seriamente su poder en Hollywood. Nada hacía presagiar que Miss Agente Especial iba a ayudarle a reponerse de tanto fracaso consecutivo, pero parece que a su público le ha satisfecho esta comedieta intrascendente que se aleja bastante de las últimas producciones en las que ha participado.
Miss Agente Especial es una película completamente vacía, de chistes facilones y en ocasiones insultantes (como cuando Gracie se pone a rezar para disimular el pitido del auricular que lleva escondido en su oreja), y que encima presenta una trama tan infantil (dicho esto en el peor de los sentidos) que uno aún no entiende cómo Sandra Bullock, también productora, pudo haberse quedado satisfecha con el guión de Marc Lawrence. No hay en el filme una sucesión de gags hilarantes e inteligentes, y aunque bien es cierto que no hay que pedirle profundidad a algo creado únicamente para la evasión, al menos sí se podía tener el sentido común de aprovechar con mayor salero una historia que podía dar mucho más de sí. ¿Hay, pues, algún aspecto positivo en la cinta? Seamos indulgentes: los veinte minutos finales son los más divertidos (aunque no tanto como el atractivo tráiler de la película, que sin duda recoge lo mejor de Miss Agente Especial), y la presencia de Michael Caine alivia un tanto la desafortunada descripción de un personaje absolutamente desaprovechado (situación que también sufren Candince Bergen y William Shatner). En este sentido, Bullock ha sido muy lista: cubre sus carencias como cómica (no deja de ser un Jim Carrey domesticado pero en femenino) con un reparto de actores competentes o carismáticos que vuelvan visibles sus vulgares muecas y exageraciones. No obstante, reconozco que hay algo que sí se le da muy bien: las patosas caídas de Gracie.
Edward Shearmur, que ha conseguido cierta fama gracias a su participación en la banda sonora de Los Ángeles de Charlie, tan sólo puede lucirse durante la primera parte del filme, aportando consistentes músicas de acción o suaves melodías que enfaticen los sentimientos de los protagonistas. Desgraciadamente para él, su trabajo casi desaparece cuando los protagonistas llegan a Texas para participar en la gala de elección de Miss Estados Unidos, pues no hay una excusa mejor para atiborrarnos de canciones que sirvan para llenar un CD que seguro se venderá como churros en las tiendas de discos.
© 2001 Joaquín R. Fernández
Imagen © 2000 Castle Rock Entertainment