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Crítica por Mateo Sancho Cardiel (desde el 49º Festival de San Sebastián)
Es todo un riesgo el que "La fuga" sea una película basada en la novela del propio director, y ésa es la principal causa del fracaso de esta producción ambiciosa pero vacua por una adaptación demasiado literal. Es perfectamente comprensible que, al adaptar su propia obra, no se quiera deshacer de muchas tramas que no quedan tan mal en la página de un libro, pero que en su traslación a la pantalla son innecesarias y maltratan el ritmo, ya de por sí bastante lento, que Eduardo Mignogna suele imprimir en sus películas.
La escena inicial ya aporta bastante poco: la fuga del título se nos presenta de golpe y porrazo, sin explicación alguna, y con una rapidísima presentación de personajes en la que es imposible retener cualquier dato. Pero resulta que parte de las eternas dos horas del filme se dedicarán a dar esas explicaciones y el resultado será más soporífero todavía. De todos los personajes que llevan a cabo la escapada, tendremos que soportar la vida y milagros de cada uno: uno amante de la mujer de su jefe, otro encontró el amor dentro de la cárcel, el de más allá luchará y morirá por sus ideales anarquistas... Por imposible que parezca, en ninguna de las historias se llega a sacar algo bueno, carecen totalmente de interés y, además, están cargadas de tópicos en plan "sabor de la venganza mafiosa" que bebe indisimuladamente de "El Padrino": campos de trigo, óperas en los asesinatos... La imaginación brilla por su ausencia, y el espectador, a estas alturas de festival, exige algo más que las historias de toda la vida, llevadas además con torpe dirección y sobre un guión pretencioso y aburrido.
Pese a todo, tiene algún momento aislado de elegancia visual o de buen retrato de personajes. Quizá ayuda mucho a ello un elenco de buenos intérpretes que han dado más vida de la que tenían a sus respectivos caracteres, destacando entre varios nombres desconocidos en nuestro país la presencia de Miguel Ángel Solá. Este actor de extraordinaria presencia sigue demostrando que no hay papel que se le resista, pero con tan pésimo olfato a la hora de seleccionar sus películas que siempre acaba siendo lo único salvable de ellas. Eso sí, no hay nada que se agradezca más de la película que oír salir de su boca que es la hora de finalizar la historia: tras ciento quince titánicos minutos, en los que se ha caído en lo vulgar y en lo sensiblero, se acoge con verdadera devoción ese instante en el que aparecen por fin los títulos de crédito.
En definitiva, esta película nada entre la más triste de las mediocridades, pues tampoco es rematadamente mala. Simplemente, ves cómo va pasando, y pasando, minuto a minuto, segundo a segundo, miras y miras al reloj, y ningún tipo de emoción consigue arrancarte en la butaca. Muere hasta el apuntador, pero nos da igual: no hemos cogido ningún tipo de cariño a los personajes, y si por cada asesinato se elimina una de esas tediosas historias de las que se compone "La fuga", pues incluso hasta nos alegramos. Y creo que ésa no era precisamente su intención.
© 2001 Mateo Sancho Cardiel
Imagen © 2001