Crítica por Joaquín R. Fernández
Soy de los que creen que a la hora de valorar una película no se puede tomar en consideración sólo un elemento de la misma; hay tantos aspectos que analizar en un filme que resultaría de extremistas prescindir de ellos. Hay gente que dice sin el menor atisbo de duda: «menudo bodrio». Uno puede replicarles: «técnicamente es impecable». Y ellos, airados, responden: «eso ya se le supone». Pues no, no se le puede suponer, porque si se hace eso estaríamos obviando el esfuerzo de artistas que han puesto todo su oficio en un determinado proyecto, diferenciándolo de otros. Digo esto por la sencilla razón de que 'Final Fantasy. La Fuerza Interior' tenía toda la pinta de ser una de esas producciones en las que el contenido se había descuidado en favor de un hermoso envoltorio.
Como tal, no sería correcto denigrarla. Para mi sorpresa, la historia que Hironobu Sakaguchi nos narra es tan apasionante como su complejidad técnica. Y es que Square, que se ha desligado bastante del argumento de los videojuegos en los que se basa el filme, no ha construido una película de acción frenética y explosiones por doquier. No, eso sería lo fácil. Al contrario, ellos han preferido tomarse su tiempo para contarnos una historia que, también hay que reconocerlo, se asemeja bastante a otras que nos han llegado de tierras niponas (en concreto, la idea de los espectros atormentados es muy común en la animación japonesa, y no digamos su representación viscosa). A pesar de ello, hay un fondo espiritual en la trama que me satisfizo bastante; por contra, no salí muy entusiasmado con los tecnicismos que pululan por el guión, dotándolo de cierta frialdad, ni con las manidas frases que espetan en ocasiones algunos de los personajes (y no me refiero a Neil, el habitual "payaso" del grupo; he de reconocer que alivia con sus tonterías el tenso ambiente que domina toda la película). Si a esto le unimos el hecho de que 'Final Fantasy. La Fuerza Interior' es bastante entretenida, aun sabiendo que su desarrollo es pausado, no cabe hacer otra cosa que recomendar su visionado donde debe hacerse: en el cine.
Volviendo a su apartado visual, el filme no presenta novedad alguna en cuanto a su animación (no es otra cosa que un hábil perfeccionamiento de la técnica "motion capture"), pero desde luego da un salto cualitativo si hablamos de su calidad gráfica. Hay personajes, como el Doctor Sid, que bien pudieran pasar por seres humanos. Ahora bien, ¿es imprescindible su utilización? Sinceramente, no existe en la película motivo alguno para haber empleado actores virtuales; sin embargo, ahí están y así es como hay que analizarlos, por lo que sería de ignorantes no valorar la magnífica labor de los artistas de Square.
Elliot Goldenthal, un compositor que últimamente no se ha prodigado mucho en las pantallas de cine, exhibe en su filmografía una molesta irregularidad. Su obra no me apasiona en exceso, tal vez porque percibo en ella demasiada frialdad, tal y como sucede en Demolition Man o Alien 3 (más divertidas son sus partituras para la saga Batman). Ese defecto se da en parte en 'Final Fantasy. La Fuerza Interior', puesto que su música es meramente descriptiva, aunque con una calidad superior a la media. De hecho, crea ambientes tenebrosos con sus notas y emplea con especial solidez los coros en el tramo final del filme, pero en pocas ocasiones consigue que su música impregne de un hálito especial a las imágenes que vemos. Tal vez lo logra en la secuencia en la que la Doctora Ross salva la vida de Gray, y, sobre todo, con el hermoso tema melódico que escuchamos cuando los protagonistas abandonan la invadida base de Nueva York.
© 2001 Joaquín R. Fernández
Imagen © 2001 Columbia Pictures