Crítica por Joaquín R. Fernández
Como Perros y Gatos podría haber sido una de las sorpresas más agradables de este anodino verano cinematográfico que estamos sufriendo. Aunque en principio un servidor se acercaba hasta el cine con cierto escepticismo (y esperando encontrar un esperpento infantiloide del tipo 101 Dálmatas -¡Más Vivos que Nunca!-), la sorpresa invadió mis retinas en cuanto la película dio comienzo. Sin duda, lo que estaba viendo (la caótica y estrafalaria persecución de un gato por parte de un perro) no formaba parte del aburrido esquema instaurado años atrás en Solo en Casa, sino que se acercaba a los alocados dibujos animados de la Warner. Y es que el ritmo de la cinta es frenético (algo que se corrobora luego con los espléndidos títulos de crédito) y la diversión se exhibe en nuestras sonrisas sin pudor alguno, pues enseguida nos vemos envueltos por imposibles que aceptamos con la mayor naturalidad del mundo. Son precisamente los perros y los gatos las estrellas de la función, ofreciendo, gracias a la inventiva visual de los técnicos que han participado en la película, momentos tan destacables como la aparición de los gatos ninja o la llegada del felino ruso. Muy bien, Como Perros y Gatos es un deleite para los ojos, pero tiene que haber algo más para que el asunto funcione: en este caso, la mala leche que destilan los comentarios de los animales y la ironía de algunas de sus escenas (atención al instante en el que el malvado Miguelín lanza un saludo a sus compinches mientras da un discurso; la imagen de la propaganda nazi se nos viene enseguida a la cabeza). Es una lástima que la solidez de lo expuesto se vea drásticamente disminuida por culpa de los tópicos adoptados en todas las secuencias que tienen a la familia Brody como protagonistas (ya saben, el típico padre que no tiene tiempo para estar con su hijo por culpa de su trabajo). De hecho, Jeff Goldblum y Elizabeth Perkins están fatal, el uno como un científico medio loco que intenta encontrar un remedio para las personas que tienen alergia a los perros, y la otra como una insoportable histérica que no deja de gritar cuando ve a un gato hablando. Por tanto, si los guionistas se hubieran molestado en dotar de cierta ironía a los personajes humanos, tal y como hacen con los animales (aunque no siempre de forma acertada), no cabe duda de que estaríamos hablando de uno de los productos infantiles más irreverentes de los últimos tiempos.
Pero como eso no sucede, tendremos que conformarnos con el despliegue de imaginación que nos regalan los artistas que han participado en este proyecto. Créanme, aunque sólo sea por eso, merece la pena.
John Debney compone una música muy eficaz, aunque no hay nada en ella que no hayamos escuchado antes. Abusa de las melodías facilonas, pero por otra parte sabe dotar de ritmo a las secuencias de acción, sobre todo en los momentos paródicos, como cuando imita con atino la pegadiza sintonía de Misión Imposible.
© 2001 Joaquín R. Fernández
Imagen © 2001 Warner Bros.
Warner Bros.
2001
87 minutos
Dirigida por Lawrence Guterman
Escrita por John Requa y Glenn Ficarra
Editada por Rick Finney y Michael A. Stevenson
Elenco:
Jeff Goldblum .... Profesor Brody
Elizabeth Perkins .... Sra. Brody
Alexander Pollock .... Scott Brody
Tobey Maguire .... Lou (voz)
Alec Baldwin .... Butch (voz)
Sean Hayes .... Mr. Tinkles (voz)
Susan Sarandon .... Ivy (voz)