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Crítica por Rubén Corral

Para algunos casos polémicos que han centrado el interés informativo durante un período de tiempo más o menos extenso una glosa como la que supone "El caso Pinochet" (Patricio Guzmán, 2001) sobre la casi detención y la casi extradición del ex dictador chileno resulta prácticamente necesaria. Además, que sean las salas de cine las que acojan este trabajo del prestigioso firmante de "La batalla de Chile" (1977) no deja de ser una reafirmación de que, frente a la instantaneidad, a la ausencia de reflexión que, cada vez más, ocupa el 99% de la programación televisiva, un espacio como el cinematográfico debe hacerse cargo de un objeto cultural como esta película para, decididamente, retomar su lugar como centro de actividad intelectual. Posiblemente no sean esos los intereses que muevan a los distribuidores a redirigir desde las televisiones a las salas oscuras "El caso Pinochet" pero, en cualquier caso, el público sí que puede -es recomendable- tomarlo así. Cuando menos, el propio Patricio Guzmán así lo ha tomado cuando asegura que es este un documental "pensado para la pantalla grande, para ser visto en sala". Así lo atestigua su estreno en cines comerciales de hasta 18 ciudades francesas o en Santiago de Chile.

"El caso Pinochet" relata, en torno a tres bloques narrativos divididos a su vez en dos niveles expositivos, los azares (en realidad, cualquier cosa menos azar es lo que ha habido) que llevaron al fiscal Carlos Castresana y al juez Baltasar Garzón a pedir la extradición del general Pinochet a España para ser juzgado por delitos tan graves como los de torturas. Esos tres bloques narrativos presentan, en primer lugar, la situación que llevó a Pinochet al poder tras el golpe militar que costó la vida al presidente Salvador Allende, en segundo lugar los avatares transcurridos desde el requerimiento del juez Garzón hasta la llegada del general a Chile y, en tercer lugar, los trabajos del juez chileno Guzmán para implicar a Pinochet en la desaparición y asesinato de unas tres mil personas a lo largo de su dictadura, clausurando la película con la instalación de la primera estatua dedicada a la memoria de Salvador Allende en la ciudad de Santiago de Chile. Los dos niveles expositivos a los que hacía referencia se compaginan a la perfección y se integran en el relato con naturalidad documental. Por un lado se explica la indagación y los testimonios conseguidos por el director y su asesor (el periodista Ernesto Ekaizer), desde la fundamentación de los principios jurídicos que encaminaron a Garzón y Castresana a intentar la extradición de Pinochet hasta el testimonio de algún amigo del ex dictador, como Mr. Schaad, el presidente de la British Aerospace, a la sazón el anfitrión de Pinochet en aquella prolongada -a su pesar- estancia en el Reino Unido. Por otro lado, y en un estricto respeto con respecto a la cronología de la acción, se insertan las declaraciones emocionantes y emocionadas de algunas de las víctimas de la represión pinochetista. Con la complicación que esconde su rodaje y su edición, y la sencillez expositiva de que hace gala, Guzmán firma uno de los documentales del año, imprescindible a la hora de reflexionar sobre la importancia de uno de los hechos más memorables (pese a su agridulce desenlace, en el que jugó un papel desesperante la esfera política) de la última década, "El caso Pinochet" es el ejemplo palpable y vibrante del papel que puede jugar el cine en la defensa de ideas comprometidas sin renunciar en absoluto a un rigor estético que no queda por debajo de sus elevadas aspiraciones.

© 2001 Rubén Corral

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El Caso Pinochet
(El Caso Pinochet)


Imagen © 2001

Dirección y guión: Patricio Guzmán.
Países: Chile, Francia.
Año: 2001.
Duración: 110 min.
Género: Documental.
Interpretación: Carlos Castresana, Alun Jones, Peter Schaad, Norman Lamond.
Producción: Yves Jeanneau.
Fotografía: Jacques Bouquin.
Montaje: Claudio Martínez.