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Crítica por Mateo Sancho Cardiel
Spike Lee es un director que ha conseguido hacerse un hueco en Hollywood como una especie de Pepito Grillo que aboga por los derechos de la comunidad afroamericana y que supone la representación "benéfica" en muchas ceremonias de los Oscar. Quizá porque es un cineasta comprometido con dar una imagen limpia de su raza o porque siempre quiere meter el dedo en la llaga, "Bamboozled" suena algo reiterativa y previsible, muy marcada por su intencionalidad. Aun así, el contenido que nos transmite es lo suficientemente potente como para convertirla en una película interesante.
Convenientemente precedida por un cortometraje cuyo lema era "por dentro todos somos iguales", esta película es un arma de doble filo: por una parte es una crítica a los medios de comunicacion y por otra una exaltación de los valores de la raza del director. A los medios de comunicación se les reprocha lo de siempre: su devastadora búsqueda de una audiencia multimillonaria, muy bien retratada en "El show de Truman", pero ahora desde la perspectiva de dos humildes artistas callejeros que pasan a convertirse en estrella de la pequeña pantalla. Pero de qué manera: como productos prefabricados, respondiendo a unas directrices, sin personalidad. Como al final se dice, perfectamente intercambiables por otros cualesquiera. Además, llegan tan alto gracias a un denigrante programa satírico que ataca a los negros en cada diálogo. Las reacciones son airadas, pero para nada inesperadas. Todo lo que está pasando está previamente planificado y, también sacándolo de la película, "no hay publicidad mala". Toda la polémica, las manifestaciones en las calles, es lo que hace del show un fenómeno social. Pronto la ambición, el dinero y la fama dejarán una imborrable huella en todos y cada uno de los personajes hasta cotas insospechadas, yo diría que demasiado exageradas. Aquí encontramos unos de los errores del film, pues al director se le va la mano a la hora de moralizar.
Y es que nos encontramos ante el auténtico cine de autor: nadie más que Spike Lee es el artífice de este film. Ya no sólo por su machacón mensaje, que le está encasillando demasiado, sino que nos muestra un estilo que sí ha evolucionado. Ahora Lee prescinde prácticamente de la narrativa para introducirnos en una historia que se desarrolla en un tempo muy marcado: tomas del show televisivo, escenas largas con pocos escenarios y, sobre todo, ese emocionante final, montaje espectacular de imágenes de cómo la comunidad negra ha estado siempre en el mundo del espectáculo en una posición avergonzante, inhumana y ridícula. A través de estas secuencias se nos amontonan varios trallazos a la moralidad que, paradójicamente, pasaron completamente desapercibidos para los censores, eternos simplistas y poco inteligentes que se han limitado a ocultar sólo las escenas sexuales, cuando hay algunas bastante más agresivas, realmente dañinos para la dignidad humana.
En definitiva, una película de indudable interés, que nos cuenta algo que ya sabemos, pero que muchas veces parece que se nos olvida. Lástima que Lee se moleste más en ofrecer un poderoso análisis sociológico que en realizar una buena obra cinematográfica.
© 2001 Mateo Sancho Cardiel
Imagen
propiedad de Universal Pictures