Crítica por Joaquín R. Fernández
Aunque en principio esta cinta pudiera parecer una película de acción al uso, en realidad los guionistas se muestran más interesados en llevar a cabo una crítica hacia un medio, el televisivo, que se ha introducido en nuestras casas y que, en ocasiones, nos maneja a su antojo. Espinosa cuestión, sobre todo cuando sobre ella ya se ha dicho tanto y tan bien. Personalmente, invitaría al lector olvidadizo a que repasara NetWork, Un Mundo Implacable, de Sidney Lumet, o, vista más recientemente, El Show de Truman (aunque pueda parecer una paradoja, lo cierto es que lanzaba con delicadeza un contundente punto de vista acerca de la manipulación de la pequeña pantalla). Tampoco estaba mal Mad City, pero todas ellas, como decía, tratan de forma directa el tema, mientras que 15 Minutos prefiere ocultar su contenido a través de una tela con forma de thriller. Desgraciadamente, la cosa no funciona.
El problema de 15 Minutos es que, si desea exponer algo, lo hace de forma tan confusa que uno sólo puede creer que ello es debido a la incapacidad del director y guionista, John Herzfeld, por darle coherencia a la trama que ha imaginado. Al final, la película no sólo resulta embarullada en sus ideas, sino que la historia se desarrolla sin sentido y, lo que es peor, no engancha al espectador, que se ve irremediablemente atrapado por el hastío (la inclusión de la relación de Eddie con su novia, por ejemplo, es totalmente innecesaria). Lo peor es la media hora final, tan alargada y grotesca, con unos personajes que alcanzan el mayor grado de inverosimilitud que podríamos esperar (atención a los villanos de la función discutiendo en el bar mientras ven su cinta por la televisión). En fin, ni las sorpresas del argumento (bueno, sólo hay una) ni la única escena potable de la función (la persecución a pie que vemos a mitad de película) salvan a 15 Minutos de la quema. Por tanto, ¿de qué sirve poner verde a la televisión más denigrante si uno no sabe cuidar aquello que va a presentar como la denuncia del siglo? Lo siento por John Herzfeld, otra vez será...
Robert De Niro, que últimamente sólo se dedica a ganar dinero y a poner las mismas caras en todos los filmes en los que trabaja, está simplemente correcto, al igual que su compañero de reparto, Edward Burns.
Y los compositores (sí, ¡necesitaron dos!), Anthony Marinelli y J. Peter Robinson, aunque tienen alguna música decente (créanme, un poco de los títulos de crédito, no mucho más), lo cierto es que recurren a los mismos ritmos de siempre y, lo que es peor, son capaces de destrozar ellos solitos algunos fragmentos de la película (ver el momento en el que los asesinos han cometido su primer crimen). Vamos, que no saben ni hacer un tema de amor decente.
© 2001 Joaquín R. Fernández
Imagen © 2001 New Line Cinema